Buceando entre fotografías
Crear composiciones a través de los archivos fotográficos
Nota: Los siguientes tres artículos (incluido el presente) fueron escritos originalmente en mi página de Substack. Debido a ciertas acciones de la plataforma, como censuras a artículos sobre el genocidio de Gaza o la permisión de artículos relacionados con el nazismo, decidí mover esos tres artículos a este blog y no publicar más en Substack mientras continue bajo esas dinámicas e ideologías. El artículo siguiente tendrá algunas modificaciones, pero su estructura seguirá siendo fiel a la original.
La técnica del collage se desarrolló a principios del siglo XX. Sus artistas más reconocidos fueron Georges Braque o Pablo Picasso, pero se conoce que en China sobre el siglo XII, algunos decoraban sus manuscritos (como poemas) rasgando papeles de diferentes colores y pegándolos con materiales de origen animal o herbáceo.
El collage fue una forma de hacer algo diferente a la pintura y de buscar nuevas vías de expresión y de procesos artísticos. Se trata sobre el uso de diferentes materiales y de unirlos sobre un soporte para crear finalmente una obra u objeto. En el futurismo, por ejemplo, se inclinaron por los recortes de periódicos y en el surrealismo, por las fotografías. Material que en mi terreno uso constantemente y es la base de todos mis trabajos de collage.
En resumen, el collage se ha usado durante siglos y a principios del siglo XX se le designó ese nombre, desarrollando a partir de ahí su técnica. Una historia que puede resultar familiar si se conoce un poco sobre historia de la fotografía.
Ya introduciéndoos un poco en el mundo del collage, vamos a hondar en mi proceso particular para elaborar uno: La fotografía. En concreto, con archivos fotográficos datados desde finales de siglo XIX a mediados de siglo XX.
Hay una serie de preguntas que debe hacerse uno antes de diseñar un collage: ¿Para qué voy a hacer un collage? Es decir, ¿va a ser para uso personal? ¿Para un encargo? ¿Tiene fines comerciales? Es importante tener estas preguntas presentes para lidiar después con los derechos de autor. Con la llegada de la IA generativa, los derechos de autor se están invadiendo de manera bastante descontrolada e irresponsable, pero tu deber como persona creadora es la de ser responsable de esas fotografías y evitar futuras denuncias.
Si es para uso personal, todo bien. Aunque recomiendo que, si las subes a redes sociales y esas fotografías son de autoría, deberías al menos contactar con esa persona, pedirla permiso y mencionarla. Pero si vamos a obtener ingresos por nuestra obra, debemos tener en cuenta los tipos de licencia de imágenes y cómo usarlas.
El esquema sería:
- Fotos de tu autoría.
- Pedir permiso para usar esa foto al autor o autora.
- Pagar un banco de imágenes (cuya imagen se pueda alterar y comercializar).
- Domino público gratis para uso comercial.
En el caso de ver esta frase: sin restricciones de derechos de autor conocidas, deberías copiar y guardar el nombre original de la foto y saber qué institución o museo la custodia. Después, te crearías una carpeta y guardarías esa información. Nuca se sabe cuando puede venir un particular a hacerse propietario de ellas. Y en el caso de que contactasen contigo, sería intentar llegar a un acuerdo con ellos y si surge, retirar tu obra para uso personal.
Ya teniendo claro los derechos de autor, otra pregunta que debemos de hacernos es: ¿Cuál será el soporte de mi collage? ¿Va a ser analógico o digital?, ¿Tendrá formato A4, A3..? Es importante tener confirmada la base para así saber con qué resolución de imagen iremos a trabajar. Si es analógico y trabajamos con periódicos o revistas, tendremos la calidad de imagen con la que dispondremos. Pero si es en digital, no es lo mismo hacerlo para un A4 que para un mural.
La fotografía digital está compuesta por píxeles, es decir, por la unidad mínima que compone una imagen. A mayor número de píxeles menos distorsión de esa imagen. Pero si hay menos píxeles y está en un formato más grande, la imagen se verá mal. Se verá desenfocada y distorsionada. Por eso es importante saber el soporte y la resolución de una fotografía. Es fundamental.
Ya sabiendo esto, me embarco a bucear entre fotografías. Hay muchos bancos de imágenes. En mi caso, según el proyecto, suelo usar fotografías de mi autoría o recurro a Flickr The Commons, Heritage Library y a National Gallery of Art.
¿Qué fotografías busco? Me interesa principalmente, la fotografía de retrato. Muchas veces es una larga búsqueda porque a veces un rostro, una expresión o una pose, me indica cómo va a ser la estructura de el diseño de ese collage.
Con el collage puedo crear muchas formas, pero en mi caso, el núcleo de todo es la figura humana.
Recordad que la fotografía se inventó a mediados-finales del siglo XIX. Al principio fue un uso exclusivo para personas de la alta sociedad. Por eso existen muchísimas fotografías de retrato y modo de vida de esa clase social.
Antes se tardaba mucho en tomar una fotografía. Las personas posaban durante segundos sin moverse para que la toma no saliera movida. Se dependía mucho del trípode. A medida que pasaron los años, la cámara fotográfica se fue desarrollando hasta llevarla en la mano. Sin el uso del trípode y posterior comercialización podemos conocer mejor las vivencias de las personas, más paisajes o países.
A través de los archivos fotográficos podemos conocer a las personas. Por eso cuando trabajo con los collages, mi trabajo no sólo permanece en la búsqueda de las imágenes perfectas, sino en conocer las historias (si hay información sobre ello) y la cultura de aquellas personas a quienes voy a tener la osadía de coger prestada su foto para hacerla formar parte de una pieza nueva.
También aprendes a cómo se hacían los retratos dependiendo de su procedencia, color de piel… La mayoría son de personas blancas. Hay una variedad de retratos inmensa. En cambio, es complicado a veces encontrar, por ejemplo, buenos retratos de personas negras de la época. Si lo pones en el buscador, la mayoría de fotos que ves son sobre la esclavitud o la pobreza: en el campo, siendo niñeras, sirvientes, estando desnutridos, rostros tristes… y con el paso de los años: sobre el racismo, derechos civiles, manifestaciones…
La fotografía ha ayudado a documentar todo esto y más. Es aprender a observar y no quedarse en la apariencia. Una sola fotografía nos está informando de toda una vida. Una imagen vale más que mil palabras es un dicho poco certero. La imagen se puede malinterpretar e interpretar de diferentes maneras. El conocer el contexto de esa fotografía es lo que te ayuda a deconstruir esas percepciones en base a tus ideales o vivencias y a ser más flexible a la hora de obtener información. Te hace cuestionar.
La fotografía es una herramienta muy poderosa y poco valorada. Reflexionar sobre lo que uno ve y no juzgar, es un tesoro del que no nos podemos desprender.
Por ello, cada vez que veáis una fotografía en sus diferentes medios o alteraciones, intentad conocer más detalles sobre ella. Os aseguro que no será un tiempo perdido.
Inés Lendínez (La Chica del Bonet).
Comentarios
Publicar un comentario